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La vida nos pone a prueba para que pensamientos, emociones, cuerpo y espíritu se alineen y trabajen constantemente. Pero este año está siendo todo una montaña rusa del autoconocimiento y la transformación. No una montaña rusa cualquiera, es una que durante prácticamente todo el año nos han vapuleado impetuosamente. El ciclón Plutón-Saturno-Júpiter está arrasando con todos aquellos apegos a esa ilusiora “seguridad” basada en los miedos e infravaloraciones de las capacidades de uno mismo. La sociedad paternalista y patriarcal está en plena crisis y la sombra social, económica, política, colectiva e individual está asomando como nunca lo había hecho.
En este año, marcadamente plutoniano, el miedo a la muerte, un miedo expresado hacia a un virus o un gobierno opresor, nos empuja de la zona de confort a la selva. Por un lado, morir nos hace sentirnos vivos porque nos recuerda que esta vida no es para siempre. Y por otro lado, es el momento de crecer a una edad adulta, agradecer simbólicamente todo los que nuestros padres nos han dado (lo bueno y lo malo, todo es valioso), desapegarnos de la figura paternalista del estado y que nuestro sol brille sin límites. Ya dejó de ser una elección, dejar a otros la responsabilidad de tu vida y la de los tuyos empieza a ser una temeridad. Siempre ha sido así, pero en estos momentos de nuestra existencia se acentúa. Llegó la hora de actuar, no verlas venir y actuar desde el corazón.
Conectarnos con Plutón involucra trabajar sobre nuestro poder personal y decidir con consciencia finalizar ciclos que ya no tienen capacidad evolutiva, sea en lo vincular, laboral, familiar, mental. Plutón nos ayuda a soltar el apego al control y comprendemos el valor de soltar aquello que nos limita en nuestra evolución. Plutón nos lleva a soltar las amarras y a fluir en el río de la vida.
Para finalizar, dejo un poema mío para esta gran ocasión de transformación:
Muerte
Mueren tus risas,
mueren tus besos,
mueres tú como estos versos.
Pese a que niegues
la efímera existencia
y te apegues
a la ilusoria permanencia.
Nada perdura,
salvo la vida y
la muerte.
Vida y muerte se unen,
conforman la vida, el arte.
La vida es un acorde,
que se pierde en el silencio,
un verso que se funde,
es el fugaz y hermoso trazo difuminado de un lienzo.
Vive Gandhi,
vive Klimt,
vive Bowie.
Vive su amor
y no su cuerpo.
Viven aunque estén muertos.
Así pues,
que mueran tus lágrimas,
pero no tus actos,
que muera tu odio
pero no tu amor.
Y si mueres,
muere pero de gozo,
muere de alegría y de amor.
Ama
y vive mientras mueres.
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